Según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), de todos los conductores registrados en España a día de hoy, casi un diez por ciento de ellos ha cumplido o superado los 65 años, dato que está íntimamente ligado a la tendencia del envejecimiento de la sociedad española. Sin embargo, y a pesar de estar constatado que el aumento de edad provoca limitaciones físicas y psíquicas, el Reglamento General de Conductores no establece un límite de edad para dejar de conducir, aunque las revisiones psicofísicas son periódicas y más frecuentes cuanto mayor sea la edad del conductor.
De este modo, hasta los 44 años el
permiso se prorroga cada diez años, entre los 45 y los 69 años la
revisión es cada cinco años y a partir de los 70 años se prorroga cada
dos años. Estos periodos de tiempo, sin embargo, pueden ser reducidos en
casos puntuales si las autoridades observan que el titular padece una
enfermedad o deficiencia que, aunque no le impida conducir, puede ser
susceptible de agravarse. Las causas más frecuentes para denegar el
permiso de conducción a personas mayores son el deterioro visual
(glaucoma, cataratas), ciertas patologías cardiovasculares y
neurológicas (ictus, Parkinson) y, en edades muy avanzadas, el deterioro
cognitivo (inicios de demencia).
A pesar de que no todas las personas que
llegan a una edad avanzada se encuentran en el mismo estado ni físico ni
psicológico, es importante que los conductores que superen la barrera de
los 65 años observen una serie de pautas generales para poder conducir
con seguridad conforme pasan los años. Por ello es importante hacerse
revisiones periódicas, en las cuales es necesario hacer especial
hincapié en la vista (el 90% del procesamiento estimular para la
conducción es adquirido por la vista), y nunca descuidar las revisiones
auditivas.
También hay que ser consciente de
las limitaciones de la propia edad, por lo que no conviene realizar
viajes largos, así como conducir en condiciones que exijan recursos
psicofísicos excesivos, como la conducción nocturna o en condiciones
meteorológicas extremas (lluvia, nieve, niebla, etcétera).
Además es importante realizar una
conducción defensiva. Es decir, deben asegurarse bien las maniobras,
prestar una atención especial a las normas de circulación y llevar a
cabo una planificación de los desplazamientos teniendo en cuenta
conducir con buena luminosidad, elegir el mejor trayecto y circular por
vías en buen estado.
Aparcar definitivamente el volante
Para saber cuándo ha llegado el momento de aparcar definitivamente el volante
es necesario que alguien cercano acompañe de forma más frecuente al
conductor veterano en sus desplazamientos y busque su complicidad
alternándose con él a los mandos del vehículo. De esa forma podrá
observar señales como la pérdida de atención, el respeto de las normas
de circulación así como la propia relación con el resto de conductores.
Por tanto, se recomienda estar pendiente de:
- Si está teniendo demasiados accidentes de tránsito menores.
- Si le tocan el claxon otros conductores cada vez más a menudo.
- Si emplea demasiado tiempo en completar un tramo corto y conocido, lo que sugiere que pudiera haberse perdido.
- Si conduce menos que antes porque no confía en su habilidad.
- Si se empiezan a producir cambios notorios sensoperceptivos, motores y cognitivos.
- Si, cada vez con más frecuencia, se le aparecen otros automóviles o peatones "de la nada".
- Si en una revisión, el médico determina que la persona no debería conducir debido a sus problemas físicos o psíquicos.

Fuente: guiarepsol
Fuente: guiarepsol
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